lunes, 28 de noviembre de 2011

El supermercado no es para genios



¡Mira que monada!-Exclama Melanie Shaw con voz dulce y alegre mientras descuelga una bonita chaqueta azul de un perchero de repleto de bonitas chaquetas azules- Incluso tiene un bolso que hace juego- Dice señalando el bolso azul que se encuentra en una repisa encima de perchero.
Mientras Melanie (o Mel, como le dicen algunos) se mira en el enorme espejo de la tienda departamental con la chaqueta puesta, Angelique Huges se limita  mirarla con la expresión completamente indiferente de siempre y no hace más que asentir cuando la castaña le pregunta si la prenda le va bien, al tiempo que Jessica Schmidt (quien, aunque es nueva en eso de salir con las amigas, parece estarlo llevando bastante bien) Observa, totalmente intrigada y fascinada a la vez, una chaqueta polar de doble vista*, y se entretiene dando vuelta a la prenda y volviéndola a la normalidad una y otra vez.
Ah y también está Anthony Cain, sentado en la pequeña banca que se encuentra junto al probador, rodeado de vestidos y camisetas y las bolsas de compras que ha tenido que llevar todo el día. No es que a Anthony le apasione esto de las compras (uno puede darse cuenta de ello por la expresión de aburrimiento e intensa agonía que se lee en su rostro) pero ha tenido que acompañar a Jessica (pues su madre ha prohibido rotundamente que esta vuelva a salir si no es en compañía del chico) además que la misma Jessica le había pedido que la acompañara y Melanie y Angelique no pensaban oponerse (No después de lo que había pasado la última vez).
Tony lanza el trigésimo bostezo del día antes de que su mejor amiga se voltee a mirarlo con una enorme sonrisa pintada en los labios (de esas que le nublan a Tony la vista) mostrándole la chaqueta de doble vista como si fuera un descubrimiento apoteósico.
-Quiero una de estas- dice la chica con más emoción de la necesaria- ¿Puedo tener una?
Anthony asiente con una leve sonrisa, a pesar que sabe que a la chica se le está agotando el dinero que le dio su madre esta mañana y que el acabara pagando al final de la tarde, no le importa, ni siquiera lo piensa, está demasiado ensimismado mirando la forma en que su mejor amiga da saltitos de alegría como una niña pequeña.
-.-.-.
Son las seis treinta y siete de la tarde, Caroline Matthews no puede dejar de mirar el reloj que cuelga de la pared. Con los brazos cruzados y el entrecejo fruncido, golpea rítmicamente el suelo con el pie derecho.
El reloj cambia, el minutero se mueva apenas unos milímetros.
Son las siete treinta y ocho, Caroline Matthwes se levanta bruscamente del asiento y grita escandalosamente, totalmente furibunda, despotricando contra el mundo entero.
-¡Es ofensivo tener que soportar las injusticias a las que nos someten las acciones tiránicas de los más ricos! ¡Este lugar es un insulto a nuestra sociedad comunista! ¡Este lugar es un insulto a los derechos por lo que murieron nuestros padres! ¡¿Tenemos acaso que soportar este abuso?! ¡¿Debemos tolerar este sistema de despotismo?!- La mayoría de los presentes miran a la pelirroja con expresión de terror, a excepción de un chico algo menor que ella (vestido como alguna especie de gótico Punk) que se levanta gritando algo sobre anarquía y una mujer mayor que al levantarse ah tirado la bolsa del mandado.
El gerente de turno se asoma por la puerta que da a la salita de espera donde se está formando una especie de revolución, cuando sale de la oficina su mirada se posa inmediatamente en la chica pelirroja que, parada sobre una silla, da un discurso sobre derechos del consumidor; El hombre lanza un suspiro cansino mientras camina en dirección a la chica murmurando –Pero si es Matthews otra vez.
Niega lentamente y se aprieta las sienes con los dedos índices.
No parece muy feliz de verla.
-.-.-.-.
Helado- dice la chica rubia en un tono bajo y misterioso que provoca que sus amigos la miren con extrañeza, incluso Tony, que está acostumbrado a esa clase de escenas la mira con una sonrisa y una ceja alzada.
Los cuatro adolescentes caminan sin rumbo por la plaza comercial cuando escuchan el sonido de una voz demasiado familiar, ahí, a su derecha, golpeando violentamente la puerta de entrada de un local de servicio al cliente de la plaza comercial se encuentra Caroline Matthews, soltando improperios y una que otra frase sacada de un discurso presidencial de los 60’s.
Los cuatro se miran entre sí como tratando de decidir qué hacer, al final Tony se acerca cautelosamente a la chica y le habla despacio, pues no tiene intenciones de ser el próximo objetivo de la ira de Matthews (al igual que la pobre puerta).
-Eh, Matthews, ¿Todo bien?- La chica lo mira y deja de golpear la puerta por un instante para responder- Para nada, ¡me han estafado! ¡Me niego a ser una víctima más del despotismo comercial del siglo XXI!- Tony enarca una ceja y mira con curiosidad al dependiente del negocio, un chico apenas mayor que ellos, que bloquea la puerta desde adentro para evitar que la chica entre al local.
-La máquina expendedora del área de comida se ha tragado su cambio- explica el chico detrás de la puerta, Tony asiente
-Vamos Carol, déjalo ya, estamos de compras, ¿Por qué no te nos unes?- sugiere amablemente Melanie, como siempre con una sonrisa.
Después de considerarlo por un instante Caroline Matthews asiente y comienza a caminar junto a los demás, no sin antes gritarle al pobre chico una amenaza escalofriante, tan aterradora que le hiela la sangre…
-¡Volveré!
-.-.-.-.-
-Claro muñeca, incluso soy cinta negra, practico todos los día después de encerar mi convertible y de ayudar a los huérfanos en un…- Charles Burnett calla de súbito, la bonita chica castaña con la que hablaba hace apena un momento lo mira fijamente, carraspea y luego lo llama por su nombre, pero Charles hace caso omiso, sus ojos no se partan del grupo de chicos que caminan a solo unos metros de distancia, sobre todo en la rubia menuda que come alegremente un cono de helado de chocolate, ni siquiera parpadea.
-Eh… lo siento- dice al cabo de un momento- yo… los huérfanos… debo irme…. Con… eso- y sin más disculpa que esa frase pobremente estructurada y ante la sorpresa de su acompañante Charles Burnett sale disparado en dirección a la heladería.
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Caroline Matthews frunce el ceño a tal punto que sus cejas casi se tocan.
-¿Qué se supone que estás haciendo tu aquí Burnett?- Charles Esboza una sonrisa burlona y prepotente.
-No te preocupes Matthews, no estoy aquí por ti, no tienes tanta suerte.
Caroline suelta un “Ya quisieras” por lo bajo y desvía la mirada.
Entonces Charles mira a Jessica Schmidt y prepara su mejor sonrisa de playboy.
-¿Qué hay Jess?- La rubia levanta al fin la vista del helado de chocolate para encontrarse con los ojos castaños de su compañero-
-Hola Burnett- dice con total naturalidad y vuelve a mirar el helado, que comienza a derretirse. Charles hace una mueca.
-Ya te he dicho que me digas Charles, o Charlie, pero no Burnett es demasiado…. Impersonal- La chica vuelve a mirarlo.
-Pero todos te llaman así- responde sin inmutarse. De nuevo no ha pillado las indirectas (bastante directas) de Charles Burnett, quien reprime las ganas de lanzar un bufido.
-Ya, pero es que ellos no me agradan, por eso no pueden llamarme Charles, tu si me agradas Jess- Aquello ni siquiera podía considerarse un indirecta, aun así la chica no lo toma a mal, se encoge de hombros.
-A mí sí me agradan-dice Jessica perdiendo el hilo de la conversación, deja colgado a Charles mientras comienza a hablar quedamente con su cono de helado, pidiéndole por favor que pare de derretirse.
Derrotado y ante la mirada burlona de Anthony Cain, Charles Burnett se deja caer cansinamente sobre uno de las coloridas sillas de la heladería.
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-Abuela, las verduras en conserva no son causa de cáncer- David Powell trata inútilmente de convencer a su abuela conduciendo el carrito de compras a través de los pasillos del área de enlatados del supermercado.
-Te habla la voz de la experiencia muchacho- replica la anciana- yo conocí a una mujer que estuvo enferma por consumir esa basura en lata…- la mujer hace una pequeña pausa, dudando- o quizá solo le dio un sarpullido… no lo recuerdo
El chico pone los ojos en blanco, no es como que acompañar a su abuela a hacer las compras le apasione del todo. Sigue a la mujer en dirección a los congelados pensando en las mil y una maneras (mucho más entretenidas) de pasar una tarde de sábado.
Lanza un suspiro al tiempo que su abuela comienza a decir algo sobre cómo eran las cosas cuando ella era joven, bonita forma de pasar un sábado.
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-¿A qué diablos hemos venido aquí?- pregunta Charles Burnett mirando alrededor mientras los seis chicos entran al supermercado.
-Melanie necesitaba un par de cosas para la cena- le responde fríamente Caroline Matthwes poniendo los ojos en blanco.
-¿Vamos a cenar en lo de Melanie?- pregunta entonces el rubio, de forma (aunque parece difícil de creer) completamente casual e inocente
-Vamos me suena a manada Burnett- contesta secamente la pelirroja dejando en claro que el no forma parte de la lista de invitados-
-Lo… siento- El chico esboza una ligera mueca dolida.
-Puedes venir si quieres- a su derecha, Charles se encuentra con la sonrisa de Melanie Shaw- Solo tengo que comprar un poco mas de harina y huevo – esto último lo murmura, como hablando consigo misma.
Charles recompone su sonrisa, que de un momento a otro se convierte en una sonrisa burlona antes de decir- Hey, ¿No es David ese que lleva puestas las trusas de Superman?
Y todos los presentes sin excepción miran en la dirección que indica el rubio para después estallar en carcajadas.
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-¡Abuela!
-Quédate quieto David Alán Powell- lo interrumpe su abuela con tono severo- Estoy tratando de encontrar tu talla
-¡Pero abuela!- Dice casi a gritos David Powell tratando de liberarse de la ropa interior de niño con estampados de Super-man que su abuela le ha hecho usar-¡Tengo diecisiete! ¡Ya no uso ropa interior de niño!-
Y como si la situación necesitara ponerse aun más ridícula, en ese momento David puede escuchar claramente un coro de risas, espantosamente familiares; horrorizado se da media vuelta para encontrarse nada más y nada menos que con los seis integrantes del cuadro de honor del colegio Jean Dubuis, sus queridos compañeros de escuela.
Resistiendo apenas el impulso de correr a esconderse tras de su abuela, y sacando valor de lo más profundo de si (como hacen los hombres que ya no usan ropa interior de Super-man), David chasque la lengua y termina de quitarse las trusas que llevaba puestas por encima de los pantalones (y que en realidad no habían llegado más arriba de las rodillas, pues eran talla 6-8) y fulminar con la mirada a su grupo de amigos, que aun se retuercen en el suelo de la risa.
-¡Vamos! No ha sido tan gracioso-
-¡Tío!- le dice Anthony Cain sin poder levantarse del suelo, aun riendo-¡No tienes idea de lo gracioso que ha sido!- y vuelve a estallar en carcajadas, sosteniéndose el estomago que le duele ya de tanto reír.

-¿Qué están haciendo ustedes aquí?-
-Hemos venido por unas cosas para la cena- responde Melanie, conteniendo apenas una carcajada
-¿Cómo? ¿Van a cenar todos juntos?- la chica asiente
-¿Quieres venir también?- después de pensárselo un momento se encoge de hombros y asiente, cualquier cosa que Melanie Shaw cocine segura valdrá la pena todos los comentarios y burlas sobre su escena con la ropa interior- Vale- continua la chica- solo necesito ir por algo de harina, mantequilla, pasta y…. unos huevos- y echa a andar seguida por el resto de los chicos que una intentan recomponerse de su ataque de risa, David camina junto a Melanie, tratando de alejarse lo más posible de su abuela.
-¿Qué pasa David? ¿Vienes con nosotros? ¿Ya acabaste de elegir tu ropa interior o todavía no te has probado la que tiene dibujitos de Bat-man?- Todos vuelven a reír antes el comentario de su rubio amigo.
El moreno lanza un bufido enviándole a Charles Burnett y posteriormente a  su abuela una mirada de puro rencor, mas la anciana ni siquiera lo nota, está demasiado ensimismada intentando encontrar unos calzoncillos que le queden bien a su nieto.
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Charles lanza un bostezo recargándose en el estante de pan- harina de maíz, son kilos, listo- a sus espaldas se puede escuchar la voz de Melanie, revisando su lista de ingredientes y a David tarareando una canción de rap, de esas que le dan dolor de cabeza. Voltea ligeramente a la derecha para encontrarse con una figura bastante familiar, una chica morena y alta, bastante guapa, de ojos verdes y cabello corto.
-¿Britney?- La chica voltea casi al instante al escuchar aquella voz tan conocida- ¡Pero si eres tú!- continua el chico sin darse cuenta del lio en el que está a punto de meterse.
-¿Charles? ¿Charles Burnett?- La chica parece confundida al principio, pero poco a poco deja atrás ese gesto de inocente confusión por uno más serio y hasta cierto punto amenazador.
-¡Sí!- Charles sin embargo no parece notarlo y continua hablando como un idiota- Mira, que no te he visto desde hace… ¿Un año? Seis meses por lo menos. Desde ese día en que…
-¿Me invitaste a cenar, me dejaste plantada, me humillaste públicamente y después terminaste conmigo por teléfono?- solo entonces se da cuenta de que la chica no tiene una expresión muy amigable.
Charles lanza entonces una risita nerviosa al tiempo que comienza a retroceder por el pasillo.
-Oh vamos linda- dice tratando de componer una de sus sonrisas encantadoras- No fue tan malo…- puede ver como la chica a sacado de su carrito de compras un enorme salami y ahora lo blande en el aire de forma amenazadora- Yo no te humille- trata de disculparse Charles- Al menos no públicamente… no tanto.
Respuesta equivocada.
Ambos se echan a correr comenzando una carrera a través del supermercado al más puro estilo de Tom&Jerry, y Charles considera por primera vez en su vida que terminar por teléfono a sus conquistas tal vez no sea tan buena idea.
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-¿Qué diablos ha sido eso?- pregunta David mirando al final del pasillo, por donde Charles recién salió corriendo, perseguido por la chica morena del salami.
-Creo- dice Angelique, y todos le prestan atención porque es la primera vez que se digna a abrir la boca en todo el día- que la chica intenta golpearlo con esa barra de salami.
Todos asienten
-Pero ¿Por qué?- Esta vez el curioso es Anthony, a quien (aunque apenas ha visto el final de la escena) parece darle bastante curiosidad el asunto (y bastante gracia también).
-No tengo ni idea- le responde Caroline- Pero espero que lo atrape- y lanza una risita baja.
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-Hey- interrumpe Melanie- ¿alguien puede acompañarme por algo de mantequilla?
Anthony Cain mira a su alrededor: Caroline no ha prestado atención, pues se encuentra gritando indignada algo sobre el alto precio del pan hoy en día. David parece al borde del colapso, mientras le pregunta a un mejer con delantal si ha visto a su abuela. Angelique por el contrario permanece inmutable mientras un chico pelirrojo (al parecer empleado del supermercado) intenta coquetearle. Y su mejor amiga, que se encuentra en medio de una apasionante charla con una botella de salsa de tomate.
-Yo voy- se ofrece encogiéndose de hombros- ¡Jess!- llama a la rubia, que parece algo molesta de que hayan interrumpido su conversación con dicho condimento- Voy con Mel por la mantequilla, ¿Vienes?- La chica niega lentamente con la cabeza para luego volver a dirigirse a la botella y su contenido rojo sabor tomate.  Anthony frunce un momento el ceño, no le va nada bien dejar a Jess sola de ese modo- Chicos, ¿pueden cuidar de Jess por un momento? Gracias
Y mientras Anthony y Melanie se alejan con destino a la sección de lácteos, Caroline Matthews alzando de repente la voz comienza a llamar la atención de las amas de casa, hombres veinteañeros, viejecitas y retirados, con un discurso conmovedor sobre el derecho del pueblo y los altos precios, armando otra de sus ya tan comunes revoluciones, motines y revueltas sociales.
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-…Tiene el cabello cano y mide algo así como un metro y medio- El hombre niega con la cabeza “lo siento chico, no la he visto por aquí”, David esta oficialmente sufriendo un ataque de pánico
¿La razón?
No está muy seguro, podría ser que no tiene idea de donde se encuentra su abuela, o el hecho de que si sus padres se enteran que la ha dejado ir sola por ahí lo matarán, que quizá la mujer ya se haya marchado y lo haya dejado en el supermercado a su suerte, o que a la anciana podría darle un ataque si va camino a casa y a medio trayecto se da cuenta que ha dejado a su nieto en la tienda.
-Disculpe, ¿Ha visto a una mujer de unos noventa años, con el cabello cano y metro y medio de estatura?- al principio la mujer lo ha visto casi con miedo (quizá por su atuendo de pandillero con todo y los pantalones llenos de agujeros) pero ahora niega con la cabeza y se va sin decir palabra.
¿Dónde demonios pudo haberse metido su abuela?
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Demasiado ruido
“Estos precios escandalosos son una estafa”
Mucho Ruido
“¿Abuela? ¿Puedes oírme?
Ruido
“¡Cretino! Te romperé el cuello Burnett”
Ruido
“¡Seguiremos bajo este régimen!… ¡Mary, la vecina de la esposa del carnicero me dijo que!… ¡Abuela háblame!…. ¡Mi esposa está molesta por lo del perro mascota de su madre!… ¡Vuelve acá idiota!…. ¡Mamá! ¡Liz  me ha llamado tonta!”
Jessica comienza a hiperventilar. Al principio de forma lenta y casi imperceptible, pero después mas audible e intensa, hasta que se tira al suelo hiperventilando y gimiendo en posición fetal.
Ya ni siquiera puede escuchar lo que dice Philip (como ha llamado a la botella de salsa de tomate con la que estaba hablando hace un momento).
¿Donde está Tony?
-¿Tony? ¿Tony? ¡Tony! ¡¡TONY!!
Pero Tony no responde… no está.
-¿Jess?- esa es una voz que conoce, pero no logra identificar… Angelique esta levemente inclinada sobre ella, trata de ayudarla a levantarse- ¿estás bien? Pero Jessica la mira aterrada
-Los duendes- susurra levemente, pero después comienza a gritarlo- ¡LOS DUENDES! ¡LOS DUENDES!- y sale corriendo despavorida, tratando de ahuyentar a los duendes en el camino.
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-¿Mantequilla o margarina? ¿Esta es margarina? ¿Qué dice aquí? ¿Sin gluten?
Anthony está a punto de perder los pocos nervios que le quedan, lleva por lo menos quince minutos y no parece que vayan a terminar pronto con eso de la mantequilla.
¿Quién se demora tanto comprando mantequilla?
Hasta ese día Tony ni siquiera sabía que hubiera tantos tipos de mantequilla; pero al parecer Melanie no solo estaba enterada, parecía demasiado consiente e interesada al respecto.
Que si mantequilla o margarina, con sal o sin sal, de dieta o natural… etc.
Como si no estuviera lo suficientemente nervioso la chica parecía estar tardando más de la cuenta a propósito, a Tony no le gustaba dejar a Jessica sola por más de diez minutos, por alguna razón siempre que se demoraba mas terminaba pasando algo malo. Miro de nuevo su reloj tratando de no pensar ¿Qué era lo peor que podía pasar?
-Tony- El castaño se da la vuela ligeramente sorprendido de encontrarse con Angie- Creo que deberías… volver- por la forma en la que hablaba la chica, Tony no puede más que esperar lo peor, pues aunque es cierto que no parece demasiado alterada (y de hecho apenas se alcanza a distinguir un poco de emoción en su voz) el solo hecho de que Angelique hable (mas aun con aunque fuera el mínimo de expresión en sus palabras) ya significa que algo considerablemente importante ha pasado.
Anthony entra en pánico.
-¿Dónde está?-
Angie se encoge de hombros para dar a entender que no lo sabe.
-Parecía bastante alterada, intente hablar con ella, pero ha salido corriendo- y sin más indicaciones que las palabras de la chica Anthony Cain sale corriendo, rezando por que nadie salga herido.
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-Disculpa- dice el chico pelirrojo, el dependiente del supermercado-¿Necesitas ayuda?-
Jessica ni siquiera lo mira.
Se cubre los oídos con las manos hiperventilando ruidosamente, el chico parece sinceramente preocupado.
-Hey ¿Necesitas ayuda?- se agacha para quedar a la altura de la chica, que está sentada en una esquina, rodeado por una colección bastante curiosa de artículos (desde un colador de cocina y unos cuantos botes de mayonesa, hasta una figura de acción de HULK y un cochecito de bebe tamaño escala) -¿Estás bien?
Pero la chica no responde.
-Oye- le toca apenas el hombro y la chica finalmente lo mira, con una expresión de pánico realmente alarmante y tras susurrar algo sobre una invasión y llamarlo a él duende, comienza a gritar, llamando la atención.
El pobre chico mira alrededor, apenado y desesperado, en busca de algo de ayuda; justo a tiempo para ver como Anthony  Cain se acerca corriendo a toda velocidad en su dirección.
-Jessica- llama el castaño una vez que llega al final del pasillo, frente a la chica y junto al joven pelirrojo, se detiene un momento para recuperar el aliento.
-¿La conoces?- Anthony asiente con la cabeza antes de arrodillarse frente a la rubia.
-¿Jess?-
-¡Tony!- su mejor amiga parece aliviada de verlo- Los duendes volvieron- le revela en tono confidencial, aterrada. El chico asiente.
-Lo sé, los he visto- asiente Tony en el mismo tono serio, frente a la mirada atónita e incrédula del dependiente pelirrojo del supermercado- debemos irnos ya, antes que nos encuentren- se levantan y solo entonces a Tony se le ocurre preguntar- Eh ¿Jess? ¿Para qué es todo eso? – y señala montón de objetos regados en el suelo alrededor de la chica.
-Es para nuestra protección- el chico alza una ceja
-¿Mayonesa?
-¡Claro! Todo el mundo sabe que los duendes se desintegran al entrar en contacto con la mayonesa, no se acercaran si llevamos esto con nosotros
-Ya- dice el Anthony asintiendo- ¿Pero qué hay de “El increíble HULK”? ¿Y el cochecito?
-El nos defenderá de los duendes, HULK ha sido por años su más grande archí-enemigo y preferirán retirarse antes que comenzar una batalla contra él, además…
Anthony Cain suspira resignado, tratando de contar mentalmente cuánto va a costarle toda esa mayonesa.
.-.-.-.
Los siete adolescente caminan por la calle rumbo a casa de su castaña amiga.
Melanie Shaw come una barra de chocolate mientras camina alegremente mientras, a su lado, David Powell camina cargando las bolsas llenas con los víveres que compro la chica para preparar la cena y trata (inútilmente) de entablar una conversación con Angelique Huges, quien se limita a mirarlo inexpresivamente cada vez que el moreno le dirige la palabra.
Charles Burnett, en cambio, no parece muy contento: lleva todo el rato refunfuñando y de vez en cuando se mira en el espejo retrovisor de algún auto estacionado, frunciendo de nuevo el ceño al ver el ojo morado (Charles no sabía que una barra de salami pudiera hacer tanto daño); además, no es como que Caroline Matthews sea de mucha ayuda, pues su discurso en contra de los empleados del supermercado  “prepotentes e irrespetuosos”  (por atreverse a sacarla de lugar a la fuerza de lugar y “negarle su derecho de expresión”) no hace más que empeorar el humor del rubio.
Anthony Cain no está de mejor humor, pues no solo ha gastado toda la plata que tenía en Mayonesa y figuras de acción, sino que ha tenido que cargar tanto las bolsas del supermercado (llenas con el kit anti-duendes de Jessica) como las bolsas de compras de las chicas, y esta mas que agotado; pero aun así sonríe cuando ve Jessica Schmidt  hablando con su nueva figura de acción de HULK, y cuando Jess le dice al hombre verde que Tony la ha salvado de los duendes de nuevo, Tony se siente como un verdadero héroe y recupera su buen humor.
Entonces Melanie se detiene súbitamente, haciendo que todos los chicos la miren con curiosidad y, tras un momento de reflexión dice:
-David ¿Lograste encontrar a tu abuela después de todo?
El moreno pone  cara de espanto.
-¡Joder! Sabía que me había olvidado de algo.
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-Mira muchacho, creo que al fin logré encontrar unos de tu talla- dice la anciana levantando los enormes calzoncillos amarillos con aire victorioso- ¿David? David ¿Dónde estás?

lunes, 14 de noviembre de 2011

Screaming

Grita, grita fuerte, hasta que te duela el pecho, hasta que te quedes sin voz (que no haga falta hablar nunca más).
Grita, como si se te fuera la vida en ello, grita, que no se oiga nada más que tu voz y tal vez algún día podamos reírnos de todo esto (o hacer como que nunca pasó).
No te calles, aun cuando te diga que lo hagas, porque no lo digo en serio (jamás voy en serio cuando hablo contigo)
Tu… ¿Recuerdas que te lo advertí? (en el fondo sé que es una pregunta estúpida) responde (no, cállate) ¿Te acuerdas?
Ella (una muñeca de trapo) ella (una mentira, nada mas) su voz (como canto de sirena) su risa (como agujas en la garganta) su piel (como de papel) y sus ojos (tal vez era demasiado para ti).
¿Ahora lo recuerdas? El agua caliente, las risas y los juegos de palabras (a final eso fue l que te hizo caer) toxica puede ser la palabra.
Ahora grita.
Grita para olvidarlo todo, grita hasta volverte loco (o volverme loca a mí), grita aunque te cueste trabajo respirar, grita y no pares de gritar.
Y sigue gritando, aun después que la dejes atrás, aun después de haberlo olvidado todo


domingo, 13 de noviembre de 2011

Your Fault

No es su culpa (ellos no saben)
Te arrastran, te llevan lejos, hasta que es demasiado tarde para volver atrás (estás atrapada)
Tienes miedo (estas aterrada) porque sabes lo que viene después, tienes miedo a hundirte a no poder salir (El miedo mismo te aplasta).
Tratas de huir, pero no te quedan fuerzas. Tratas de pelear, pero no puedes ni mantenerte en pie. Te esfuerzas, pero simplemente no puedes mas (te pierdes a ti misma en el proceso)
Mírate ahora, no eres más que lo que queda de ti (si es que acaso queda algo) no llegas a ser ni siquiera la sombra de lo que fuiste antes.
Quizá, si te quedaran fuerzas para correr; Tal vez, si te quedara voz para gritar.
Pero no te queda nada (ríndete de una buena vez)
¿Cuando te aprenderás a aceptar la verdad?
Estas acabada.

La historia ya está contada

Ella tiene miedo (un miedo irracional y ridículo) un miedo que no se quita encendiendo la luz.
Ella tiene miedo (porque ella es la sombra, la sombra de un fantasma) y teme que los recuerdos la maten como hicieron antes.
Ella tiene miedo (y es un miedo difícil de entender) porque la historia ya está contada y no tiene un final feliz.
El libro está roto (lleno de lagrimas y pesadillas) las paginas están por toda la habitación y la obligan a aceptarlo; aquella es su historia (solo que con otro nombre y otra canción) y su historia ya ha sido escrita antes, el final está ahí (escrito en tinta negra sobre las paginas amarillentas).
Aunque tal vez lo que más teme es no poder hacer nada (o que sea demasiado tarde) porque a estas alturas ella está en la última página.
Lo sabía, jamás debió abrir ese libro, jamás debió leer su historia, jamás debió llegar al final porque ahora tiene miedo (porque sabe que ha llegado al final, y el final no le gusta)
-Porque la muerte nunca es algo fácil de aceptar para alguien que la espera-

Blond


Cuando la miras a los ojos lo sabes (a la perfección) ha estado sola, ha estado jugando (sucio) ruleta rusa. Cuando pronuncia tu nombre, te marea (te confunde) y te pierdes entre los bordes de sus palabras que parecen (cargadas) ridículas; palabras que se pronuncian en silencio (no puedes entender lo que dice)
Te asusta y fascina porque es tan ligerea (y tan pesada) que parece irreal. Te gusta su piel suave, su lengua áspera y sus labios rojos, rojo cereza (cereza) cereza. Su voz (como un eco) y su risa como el cristal que aprieta entre sus manos, que se llena de sangre (su sangre) la tuya.
Tal vez sería mejor irte (huye, escapa) olvidarla (imposible, absurdo).
Demasiado alcohol y desesperación (sombras, fantasmas). Las sobras de una ilusión ¿La ilusión de quien? Suya no, tuya tampoco (no eres tu ¿soy yo?) pero creo (tú lo sabes) que es demasiado tarde, ya déjalo (es el final) ya no te esfuerces, no lo vale (TU no lo vales cariño). ¿No te lo advertí? (No, no lo hiciste, no juegues) tu eres el que quiere dejarse de farsas (muérdete la lengua) lo aclaramos desde el principio: esta no es una historia de amor, esto es una farsa (a medias) porque yo no soy ella, tu lo dijiste (eso ya lo sabía) ¿Lo supiste desde el principio ¿no? (ríete, vamos, ríete)
Ella...
Es una muñeca, una asesina, un espejismo

Did you miss me while you were looking for yourself outhere?

Lucía diferente, ahora parecía más ligera, como si flotara, como si no tocara el suelo al caminar; más brillante, como si la luz bailara sobre su piel, tiñendo de colores su silueta. Más feliz, radiante, tranquila… como si danzara, siguiendo una melodía que yo no podía siquiera escuchar.
El día que toco a mí puerta era un día nublado y frio de mediados de noviembre, hacia más de dos años que la había visto por última vez, cruzando esa misma puerta, pero en dirección opuesta, hacia más de dos años que se había marchado, dejándome sin más despedida que un “hasta luego”.
Habían pasado más de dos años y yo llegue a creer que la había olvidado… que idiota había sido.
Ahora que había vuelto parecía distinta, fantástica, como si fuera parte de un sueño, (un sueño más sobre ella, como tantos otros)… aun mejor, porque era real.
Ahora que había vuelto era más ella y menos tú; actuaba como verano y caminaba como lluvia, Escuchaba como primavera, hablaba como junio.
Volvió, me dijo que había vuelto por su disco de los Beatles, por sus viejos pendientes y la fotografía de su madre, (pero no me dijo que había venido por mí y aunque era evidente yo no me di cuenta) y tomo su disco, su fotografía y sus pendientes… pero no se marcho, se quedo, tal como yo quería que lo hiciera.
A donde fuiste Cassie? ¿A dónde fuiste cuando me dejaste solo, extrañándote? ¿Valió la pena el viaje? Si me dices que si te creeré y no volveré a creer que me abandonaste.
¿Te llenaste la cabeza de sueños y los ojos de estrellas?
 ¿Hablaste con el sol?... ¿y con la luna? ¿Hablaron de arte y de películas viejas? ¿Le preguntaste por mi? ¿Te dijo lo mucho que te pareces a ella?
Dime si viste tu reflejo sobre el cristal y  te diste cuenta que esa no eras tú… si fuiste a buscarte.
Dime si miraste el cielo lleno de luces y te preguntaste porque brillaba, si descubriste que lo hace brillar.
Dime Cassie… ¿Te enamoraste de una estrella fugaz? Una cuyo brillo fue demasiado breve… ¿Lloraste cuando desapareció su brillo del cielo? ¿Fuiste a buscarla?... ¿La encontraste?
Dime, linda, si hablaste con tu alma sentada sobre la hierba, sobre la mesa de la cocina, sobre una estrella; dime lo que te dijo, quiero escucharlo.
Dime si escuchaste historias: sobre amores, sobre héroes y batallas, sobre hombres como yo, sobre chicas como tú.
Cuéntame de nuevo la historia de aquel hombre que tenia tanto miedo a volar que nunca aterrizó…
Acaso el viento te voló el cabello y se llevo tus lagrimas? ¿Tuviste la oportunidad de ver bailar a las estrellas en el cielo, las burbujas bajo el agua, tu reflejo en el espejo?
¿Tus sueños te volaron la cabeza, linda? ¿Los cumpliste todos?
Cuéntamelo todo: ¿A quién conociste, que viste? ¿Reíste, lloraste?... ¿Te acordaste de mi?
Háblame de cuando te equivocaste, cuando te quedaste sola, cuando estabas más cerca de ti y cuando te volviste a perder.
Dime Cassie… si fue todo lo que esperabas, ¿Encontraste lo que buscabas?
Y… dime… ¿Me extrañaste mientras estabas allí afuera… buscándote a ti misma?

It hurts a lot to fall for someone who is falling so hard for someone else*

Tu y yo no somos almas gemelas, no eres el amor de mi vida y yo no soy el tuyo; no me malinterpretes linda, te quiero, pero no en la forma en que la quiero a ella, como tú no me quieres de la misma forma que a él, no en la forma en que me hubiera gustado que ella me quisiera.
Yo pude haberme enamorado de ti, de no haber sido por ella, y estoy seguro que tú hubieses podido quererme si nunca lo hubieses conocido; pero las cosas han pasado de este modo y como siempre tú y yo no podemos hacer nada más que fingir que estamos bien con ello, ¿Cuándo terminaremos con este juego enfermizo? ¿Cuándo dejaremos de mentirnos a nosotros mismos?
Llevo tanto tiempo mintiendo que ya no puedo distinguir la verdad de la mentira, lo único que sé es que yo la quiero, más de lo que te quiero a ti, más de lo que podría quererte jamás, más de lo que podría llegar a querer a cualquier otra persona… Pero ella no siente nada por mí, al menos  nada más que lástima.
¿Cómo fuimos a caer en esto? ¿Cómo pudimos enamorarnos de este modo? Aun sabiendo en que nos metíamos… Porque yo sabía, desde el principio, que ella era una zorra y tu sabias que él era un patán. Pero así ha terminado todo, y como siempre tú y yo no hemos hecho más que quedarnos a mirar cómo nos deshacen pedazo a pedazo. ¿Cuándo dejaremos atrás esta farsa? ¿Cuándo nos daremos cuenta de los estúpidos que fuimos?
Quizá jamás, quizá nunca entenderemos, tal vez nunca haremos las cosas bien…
Tu y yo, muñeca, no somos el uno para el otro, somos las partes rotas, perdidas, aquellas que quedaron sin par; como dos piezas del rompecabezas que no encajan, dos piezas que hay que hacer encajar a la fuerza y que se maltrata, se rompen en el proceso; por eso, nena, tu y yo estamos tan rotos.
Pero ¿Sabes? A estas alturas ya he aprendido a lidiar con ello.

viernes, 11 de noviembre de 2011

El 302

Damas y Caballeros, permítanme darles la bienvenida al aula 302 del Instituto Jean Dubuis, donde nos dedicamos a formar a la juventud para que el día de mañana sean ciudadanos íntegros, empleados honestos y cristianos admirables.
Acompáñenme a recorrer la sala, donde podrán observar a nuestros estudiantes en su ambiente educativo.
Por favor no se acerquen a ninguno de los estudiantes y recuerde que no nos hacemos responsables de cualquier daño (físico o mental) que puedan sufrir durante el recorrido.
No hagan caso del alboroto, y traten de no pisar los restos de basura que se esparcen por todo el lugar; tenga cuidado con aquel chico moreno que cuelga del ventilador, y no vaya a tropezar con alguna lata de RedBull* que este por ahí.
En el fondo de la clase, (a un lado de aquella pareja de adolecentes que parecen a punto de atentar en contra del sexto mandamiento) pueden observar a uno de nuestros mejores estudiantes, David Powell, todo un genio sin duda: premio estatal en la prueba de matemáticas de secundaria y quinto lugar a nivel nacional,  así es, el chico que viste como alguna especie de rapero de un video musical obsceno, ese que se está riendo de aquel gordito que rueda sin control por el suelo, ah, y no se preocupe por eso, no será más que otra broma de algunos de nuestros (no tan ejemplares) estudiantes.
Ahora, mas al frente, detrás de la chica que habla descaradamente por el teléfono celular podrá ver a otra de nuestros tan apreciados alumnos estrella, la chica que garabatea sin control sobre el cuaderno con algún bonito bolígrafo de color rosa, violeta o azul y de vez en cuando alza la cabeza para asegurarse que nadie la este observando, su nombre es Angelique Huges; esta talentosa muchacha no solo tiene un promedio sobresaliente sino que también es una artista excelente, toda una promesa para el futuro, le recomendamos que no se acerque, puede ponerse bastante agresiva si se le desconcentra en uno de sus momentos de inspiración.
A su lado Charles Burnett, el joven rubio a quien todas las chicas parecen estar mirando, nuestro deportista estrella y otro excelente interno, aunque sería difícil saberlo, pues seguramente no ha hecho una sola tarea ni contestado un solo examen en toda su vida, le basta con guiñar un ojo para conseguir lo que sea de casi cualquier chica: la tarea de historia, las respuestas del cuestionario de biología…
Dos lugares atrás del rubio podrá observar a la chica que, sentada bajo la mesa de su escritorio, hiperventila nerviosamente mientras sostiene su cabeza con ambas manos, no haga caso de su aspecto de neurótica esquizofrénica, Jessica Schmidt ha demostrado ser una estudiante más que sobresaliente, obteniendo varios puntos por encima del nivel de genio en la prueba IQ, ah, y ese chico que está sentado en cuclillas a su lado intentando convencerla de salir de ahí abajo es su mejor amigo Anthony Cain, quien (aunque evidentemente no es ningún superdotado) se encuentra también en nuestro grupo de estudiantes estrella gracias a su arduo esfuerzo, pues esta siempre pensando en su futuro (o más bien en como alejar a Burnett de su Jess).
Continuando con nuestro recorrido, en el cuarto asiento de la tercera fila, entre la niña de cabello rizado que ríe como posesa y la morena que canta un rap a dueto con ese chico escuálido y casi calvo,  la chica que devora las galletas de chocolate, la dona azucarada y el paquete de papas fritas, ah y también esos pastelillos glaseados y el emparedado de jamón, si, la menuda del cabello castaño, Melanie Shaw, ella tiene uno de los mejores promedios de la clase y es también una persona muy amable, dispuesta siempre a ayudar a sus compañeros con la tarea de algebra o a pasar el examen de física, siempre y cuando tengan algo delicioso(preferentemente glaseado o con chocolate) que puedan ofrecerle.
Por último permítame presentarle a nuestra Juana de Arco, nuestra Maximilien Robespierre, nuestra Nelson Mandela, la señorita Caroline Matthews, sin duda nuestra mas detestada estudiante, y, sin embargo también una de las mejores. Solo en este año ha provocado dos despidos, tres renuncias, más de media docena de motines estudiantiles y al menos medio centenar de cartas furibundas tanto de los padres de familia como las autoridades estudiantiles. Es cierto que su metro y medio y esa cara de angelito no inspiran mucho terror, pero solo tiene que abrir la boca para poner a toda la comunidad en nuestra contra, no se acerque demasiado a menos que esté dispuesto a enfrentar una demanda por parte de la chica, además de algún discurso en que le despojara de cualquier buena reputación y lo convertirá en una auténtica paria social; sin duda alguna esta chica será presidenta algún día, (si no es que algo peor).

Sin duda estos tan poco usuales estudiantes solo se podían encontrar en un sitio como este, ahora que ya conoce a los siete estudiantes que conforman nuestro cuadro de honor sabrá de quien debe cuidarse cuando visite nuevamente esta institución, claro... si es que se atreve a regresar....

Martes

Era martes, el martes más frio de su vida.


Después de una vida en el cálido y acogedor sur de California, el frio invierno neoyorkino era como el puto infierno para Christopher Faulkner* que en ese momento se encontraba tiritando y soltando improperios contra todo lo conocido (y por conocer) retrepado en la pared fría de un callejón sucio y húmedo de la ciudad de Nueva York.


Era un martes de finales de Diciembre, aunque en ese momento lo que a Chris menos le preocupaba era la fecha, para él no era más que otro de esos días de fiesta, cuando por azares del destino y la semi-inconsciencia causada por el alcohol y las drogas (sobre todo por esta ultima) acababa, sin enterarse, en alguno de los cincuenta estados sin un centavo y con una resaca de los mil demonios.


Era un martes de finales de Diciembre de 1993, y Christopher se maldecía mentalmente por haberse dejado arrastrar por el imbécil de Derek* hasta ese maldito agujero helado, porque se estaba muriendo de frio y ni siquiera tenía un jodido porro que lo hiciera entrar en calor, definitivamente se estaba arrepintiendo de estar ahí en ese preciso momento, cuando la chica de la falda negra y el cabello rojo hizo su aparición con una sonrisa bastante peculiar y como único acompañamiento el sonido de sus tacones al golpear el pavimento frio. Aun hoy Christopher no logra recordar su nombre (o quizá es que ella nunca se lo dijo en realidad).


Era un martes 21 de Diciembre de 1993 y Christopher Faulkner estaba varado en Nueva York sin nada más que dos dólares con cuarenta y un cigarrillo húmedo en el bolsillo del pantalón.


Aquel martes Chris conoció a aquella chica pelirroja que le vendió a Derek media onza de maría y les hablo de Jeff Price, su camarada californiano, que con gusto les proporcionaría media onza mas de vuelta en California, aquel día la vida de Chris cambio (para bien o para mal) sin que él se diera cuenta, porque le había llegado la hora de pagar todas las cuentas pudiera o no costearlas.


Prisoner

Grita, corre deshazte de esa sombra que te sigue a dónde vas, que a su vez quiere deshacerte de ti, que quiere tomar tu lugar (es una impostora).
Vamos, aléjate de ese pasado que te persigue, que te destruye por dentro, que te hace llorara en las noches sin luna, cuando te sientes sola de nuevo, (te caes a pedazos).

Trata de escapar, de saltar las paredes que te mantienen encerrada; trata de ignorara las palabras que se repiten dentro una y otra vez, que se niegan a salir de tu cabeza (no puedes taparte los oídos para siempre).
En el fondo sabes que jamás lograras escapar, no puedes escapar de ti misma… (Puedes correr, pero no esconderte).

Estas corriendo en círculos, tratando de huir de tu sombra (imposible, absurdo).

Vamos, llora, llora porque sabes que persigues un imposible, que jamás dejaras de ser una prisionera.