Aun
ahora, bajo las luces titilantes de la ciudad, sentado a su lado en el
pavimento húmedo y frío, recordaba perfectamente el día en que se habían
conocido.
Ella
sacó de su chaqueta un cigarrillo sin filtro, igual que había hecho aquella
noche, frente a la estación de autobuses.
Se detuvo
frente a la puerta, con el boleto de abordaje en la mano sudorosa, se repitió
que esta vez iba en serio, que esta vez iba a subir al autobús, no como
aquellas otras tantas veces.
Él
intentó inútilmente encenderlo con una cerilla demasiado húmeda por la lluvia y
el sudor de sus manos.
-¿Estás
esperando algo?- alzó la mirada para encontrarse con una sonrisa sarcástica y
un cigarrillo sin filtro- ¿O a alguien?
Incluso
ahí -temblando de frío, sin nada más que un paquete de cigarrillos, una caja de
cerillas húmedas y treinta y dos dólares en el bolsillo- podía jurar que nunca
había sido más feliz.
Se preguntó que
estaba haciendo, como todas las otras veces. Se preguntó si era una tontería o
el principio de la vida que siempre había esperado vivir.
Toda
su vida había estado esperando por una oportunidad para escapar, una salida, un
subterfugio.
Ella
le había dado la excusa perfecta.
Por un momento
no supo que decir. Finalmente se encogió de hombros, desviando la mirada de
aquellos ojos verdes que lo retaban a dar el salto.
-¿Tu?..-
Una
noche sin luna ni estrellas dejaba las calles de Londres desprovistas de su
encanto habitual, no había refugio en la ciudad para una pareja de enamorados.
Estaba
bien, después de todo, nadie había dicho que ellos lo fueran.
-Si- respondió
ella - pero todavía no estoy segura de que seas tú.
Después
recordaría esa noche como la primera de muchas.
Recordaba el
frío, el sonido de los autobuses. Recordaba el vacío en su estomago y a si mismo
preguntándose si esta vez se atrevería
Recordó la voz
de su padre, como todas las otras veces… “Tómatelo con calma, chico”
Bueno, pues ya
no quería tomárselo con calma.
Nunca más.
En
la ciudad no se escuchaba nada más que el sonido de sus risas ahogadas y el
leve goteo de la lluvia. Bajo la luz del faro solo sus sombras perturbaban la
paz de la calle vacía.
-Tal vez soy
yo- una sonrisa torcida se asomó en su rostro pálido, aún con el
cigarrillo encendido y el cabello castaño revuelto.
Estaba
ahí, aunque fuera por esa noche, había dado el paso, aunque aun no sabía
exactamente hacia dónde.
Pero
no importaba.
No
iba a detenerse ahora.
**
Nota a mi misma:
Aquí estoy de nuevo, haciendo mi intento anual por revivir este blog.
Estas vacaciones he estado tratando de hacer esta, hemm, serie de retos semanales con una amiga (Tratamos de hacer algo mínimamente productivo con nuestro tiempo libre. No siempre lo logramos, claro). Este fue mi reto de la semana pasada, basado en la canción del mismo nombre.
Para haberlo escrito en 20 minutos, en la madrugada de la fecha límite, no está del todo mal.. no del todo