sábado, 23 de febrero de 2013

So long soldier


Si lo vieras no te darías cuenta.
Si solo lo miraras no verías nada más que un chico de aspecto desgarbado y sonrisa nerviosa.
A simple vista no encontrarías nada fuera de lo común.
Darrell es solo un chico.
Sin embargo, si miraras un poco más allá, si lo observaras con un poco de atención comenzarías a notar ciertas cosas. Como que tiene la mirada perdida, o ese curioso y recurrente temblor de manos.
Quizá si lo miraras de nuevo empezarías a darte cuenta que Darrell tiene un problema.
Si, Darrell es solo un chico, pero no es como cualquier otro chico.
Sin embargo, tendrías que mirarlo a fondo, observar con demasiada atención para darte cuenta.
Habría que reparar en cada detalle:
En esa forma precipitada que tiene de hablar, soltando palabras al azar sin siquiera estar seguro de lo que intenta decir. En esa curiosa manía que tiene de revolverse el cabello, en la forma en que su sonrisa se curva ligeramente a la izquierda y en esa extraña costumbre de perder el hilo de la conversación, como si algo dentro de su cabeza lo mantuviera demasiado absorto; en todas y cada una de esas pinceladas para comenzar a atar cabos.
Quizá, y solo quizá entonces comenzarías a comprender.
Que, sí, Darrell puede ser solo un chico pero está lejos de ser un chico común y corriente.
Y, tal vez, aún después de haber llegado tan lejos no sepas entender; puede que no te parezca más que una oveja descarriada o una manzana podrida.
Porque tendrías que aprender a ver más allá, mucho más allá.
Tendrías que notar demasiadas cosas para darte cuenta que el verdadero problema de Darrell es mucho más que un montón de pastillas y una que otra pesadilla.
Que el verdadero problema de Darrell, es que tiene el corazón roto.


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