Tu y yo no somos almas gemelas, no eres el amor de mi vida y yo no soy el tuyo; no me malinterpretes linda, te quiero, pero no en la forma en que la quiero a ella, como tú no me quieres de la misma forma que a él, no en la forma en que me hubiera gustado que ella me quisiera.
Yo pude haberme enamorado de ti, de no haber sido por ella, y estoy seguro que tú hubieses podido quererme si nunca lo hubieses conocido; pero las cosas han pasado de este modo y como siempre tú y yo no podemos hacer nada más que fingir que estamos bien con ello, ¿Cuándo terminaremos con este juego enfermizo? ¿Cuándo dejaremos de mentirnos a nosotros mismos?
Llevo tanto tiempo mintiendo que ya no puedo distinguir la verdad de la mentira, lo único que sé es que yo la quiero, más de lo que te quiero a ti, más de lo que podría quererte jamás, más de lo que podría llegar a querer a cualquier otra persona… Pero ella no siente nada por mí, al menos nada más que lástima.
¿Cómo fuimos a caer en esto? ¿Cómo pudimos enamorarnos de este modo? Aun sabiendo en que nos metíamos… Porque yo sabía, desde el principio, que ella era una zorra y tu sabias que él era un patán. Pero así ha terminado todo, y como siempre tú y yo no hemos hecho más que quedarnos a mirar cómo nos deshacen pedazo a pedazo. ¿Cuándo dejaremos atrás esta farsa? ¿Cuándo nos daremos cuenta de los estúpidos que fuimos?
Quizá jamás, quizá nunca entenderemos, tal vez nunca haremos las cosas bien…
Tu y yo, muñeca, no somos el uno para el otro, somos las partes rotas, perdidas, aquellas que quedaron sin par; como dos piezas del rompecabezas que no encajan, dos piezas que hay que hacer encajar a la fuerza y que se maltrata, se rompen en el proceso; por eso, nena, tu y yo estamos tan rotos.
Pero ¿Sabes? A estas alturas ya he aprendido a lidiar con ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario